Los peligros de vivir en una casa vieja

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Siempre me han gustado las casas con historia. Esas que tienen techos altos, puertas de madera maciza, suelos de mosaico y detalles que ya no se ven en las construcciones nuevas. Pero después de haber vivido un tiempo en una casa vieja —de esas de verdad, con más de 70 años encima— me di cuenta de que lo pintoresco y lo bonito no siempre va de la mano con lo práctico ni con lo seguro.

No es que vivir en una casa antigua sea una tragedia, ni mucho menos. Pero hay ciertos riesgos que muchas veces no se ven a simple vista, y que pueden afectar tanto a tu salud como a tu seguridad. Por eso, en este artículo quiero hablar desde mi experiencia y de lo que he aprendido —a veces por las malas— sobre los peligros de vivir en una casa vieja, las señales de alarma a las que hay que estar atento y por qué una buena reforma no es un gasto, sino una inversión en tranquilidad.

 

Humedades, moho y problemas respiratorios

Uno de los primeros problemas que noté al mudarme fue el olor. Ese “olor a casa vieja” que al principio parece parte del encanto… pero que en realidad suele ser señal de humedad y moho.

En mi caso, había una habitación que nunca llegaba a secarse del todo, aunque abriera las ventanas todos los días. Al principio pensé que era normal, pero con el tiempo empecé a notar que al estar ahí me picaban los ojos, me costaba respirar y hasta me despertaba con la nariz taponada.

Investigando un poco (y preguntando a un médico) supe que el moho no solo es un problema estético. Puede causar alergias, problemas respiratorios, dolores de cabeza y hasta empeorar enfermedades como el asma. En casas antiguas, las filtraciones de agua por grietas, canalones rotos o simplemente por materiales envejecidos son muy comunes, y si no se arreglan bien, el moho vuelve una y otra vez.

En mi caso, tuve que raspar paredes, usar pintura antihumedad y revisar toda la instalación de la terraza de arriba. Un gasto que no esperaba, pero necesario para vivir tranquilo.

 

Instalaciones eléctricas anticuadas y el peligro de incendio

Otro tema del que poco se habla es la electricidad. Si vives en una casa que no ha sido reformada en años, probablemente tenga una instalación eléctrica antigua, pensada para un consumo muy distinto al de hoy.

Yo me di cuenta cuando, un día cualquiera, encendí el microondas mientras usaba el horno… y saltaron los plomos. A partir de ahí empecé a tener problemas con varios enchufes, notaba que algunas luces parpadeaban, y un electricista me confirmó que los cables eran muy viejos, y que había riesgo de cortocircuito o incluso de incendio.

Las casas viejas pueden tener cableado de aluminio, enchufes sin toma de tierra o sistemas que no cumplen con las normas actuales. Todo eso no se ve, pero puede ser muy peligroso. A veces vale la pena gastar en una revisión completa, aunque no esté en tus planes. Porque un susto eléctrico no avisa.

 

Plomo, amianto y materiales tóxicos

Este punto me pilló completamente por sorpresa. Al hacer unas pequeñas reformas en la cocina, el albañil que vino a trabajar me dijo que algunos materiales podían contener plomo o amianto. Yo no tenía ni idea, pero parece que antes se usaban mucho en pinturas, tuberías, tejados y hasta suelos.

El problema es que estos materiales, con el tiempo, se degradan y liberan partículas que pueden afectar la salud. El plomo, por ejemplo, es muy tóxico si se inhala o se ingiere (algo que puede pasar con el polvo de pintura vieja), y el amianto está relacionado con enfermedades pulmonares graves.

Aunque en muchos sitios ya no se permite su uso, todavía queda en muchas construcciones antiguas. Por eso es importante, si vas a hacer reformas o incluso si notas que las paredes se descascarillan o los techos se deshacen, que lo revise un profesional. No es cuestión de alarmarse, pero sí de ser precavido.

 

Paredes agrietadas, suelos inestables y techos que amenazan

Con el tiempo, los materiales se desgastan. Y aunque las casas antiguas pueden estar muy bien construidas, no son eternas. En mi casa empecé a notar grietas en las paredes. Al principio pensé que eran del asentamiento natural de la estructura, pero con el tiempo algunas fueron haciéndose más profundas y largas.

También noté que una zona del suelo crujía demasiado, y una viga del techo tenía un color raro. Después de consultar con un arquitecto, me dijo que algunas partes del forjado estaban deterioradas y que, aunque no era urgente, sí había que hacer una reforma estructural en los próximos años si quería evitar problemas serios.

Las señales de que una estructura puede estar en peligro no siempre son evidentes, pero hay que estar atento a:

  • Grietas horizontales o en diagonal, especialmente cerca de esquinas o marcos de puertas.
  • Desniveles en el suelo o zonas que ceden al caminar.
  • Techos que se curvan o se agrietan.
  • Puertas o ventanas que no encajan bien, como si el marco se hubiera movido.

Si notas algo de eso, lo mejor es que lo revise un técnico. No hace falta entrar en pánico, pero sí tener controlado el asunto.

 

Una invasión de bichos es más común de lo que crees

Otra de las realidades de muchas casas viejas es que, sin que lo sepas, puedes estar compartiendo casa con invitados no deseados: termitas, carcomas, cucarachas o incluso roedores. En mi caso, descubrí que había termitas en una viga de madera del salón. Por suerte lo pillé a tiempo, pero si no se trata, pueden acabar con estructuras enteras.

Las casas antiguas, con maderas viejas, huecos mal sellados y grietas, son el lugar perfecto para este tipo de plagas. A veces no las ves, pero están ahí. Si notas polvo fino junto a muebles o vigas, agujeros en la madera o sonidos extraños dentro de las paredes, llama a una empresa de control de plagas.

Mejor no arriesgarse…

 

La importancia de una reforma

Cuando decides vivir en una casa antigua, tarde o temprano te enfrentas al dilema: ¿la reformo o me la juego?

Yo creo que, si te gusta ese tipo de vivienda y piensas quedarte, lo mejor es apostar por una reforma integral o al menos parcial. No solo por la estética o para hacerla “más moderna”, sino por tu salud y tu seguridad.

Una buena reforma puede ayudarte a:

  • Cambiar el cableado eléctrico y evitar incendios.
  • Mejorar la fontanería, evitando fugas y humedades.
  • Aislar térmicamente y acústicamente (las casas viejas suelen ser frías en invierno y calurosas en verano).
  • Eliminar materiales peligrosos como amianto o plomo.
  • Reforzar estructuras dañadas o envejecidas.

Sí, puede ser caro. Pero también puede ahorrarte muchos problemas a largo plazo. Y además, revaloriza la vivienda si algún día decides vender.

 

¿Qué señales indican que una casa vieja es peligrosa?

BM Constructora, constructora en Murcia altamente capacitados y experimentados que se dedica a la planificación, diseño y ejecución de proyectos de construcción de vanguardia, tienen totalmente claro que no todas las casas viejas están al borde del colapso, pero que existen algunos signos claros de que algo no va bien, y hay que tenerlos bien en cuenta para poder actuar a tiempo y que no ocurra una verdadera tragedia:

  • Humedades persistentes que no se solucionan con ventilación o pintura.
  • Olor a moho o cerrado incluso después de limpiar.
  • Grietas en paredes de carga, especialmente si son profundas o se agrandan con el tiempo.
  • Dificultad para abrir o cerrar puertas y ventanas, como si el marco se hubiera torcido.
  • Techos con manchas de agua o que se curvan.
  • Problemas eléctricos frecuentes, saltos de luz, enchufes que no funcionan o chispazos.
  • Madera blanda o con agujeros, señales claras de termitas o carcoma.
  • Tubos oxidados o con fugas, especialmente si el agua sale con color raro o mal olor.

Si notas dos o tres de estas cosas a la vez, es el momento de plantearse una revisión profesional. No es exagerado. Puede evitar un accidente serio o problemas de salud crónicos.

 

Una casa antigua puede ser un hogar… si sabes cómo cuidarla

Vivir en una casa vieja tiene su encanto, no lo voy a negar. A veces te da una sensación de hogar que no encuentras en un piso nuevo. Pero también hay que ser realista: si no estás atento, puede convertirse en una fuente de problemas.

Después de todo lo que aprendí, mi consejo es claro: disfruta de la historia y el carácter de tu casa, pero sin dejar de lado la seguridad ni la salud. Haz revisiones, invierte en reformas cuando sea necesario, y no subestimes las señales de que algo no va bien.

Una casa puede durar 100 años más si se cuida. Pero si la dejas ir, puede convertirse en un riesgo para ti y para quienes vivan contigo. Así que, si estás viviendo en una o estás pensando en comprarla, no te dejes llevar solo por lo bonito. Mira más allá.

Tu tranquilidad —y tu salud— te lo van a agradecer.

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